I miss you

Miré abrumado por la ventana, mientras me dejaba invadir una vez más por los recuerdos. El día estaba gris, llovía torrencialmente... tal y como el día en el que me abandonastes. Sin poder evitarlo solté un leve suspiro al cristal mientras una cálida lágrima paseaba por mi afilado rostro, dándome la sensación de un vacío interno. Porque así era como me sentía: totalmente solo, escondido tras una gruesa capa de oscuridad de la que no encontraba una maldita fina ranura para escapar mientras luchaba incansablemente para huir, sin éxito. Del otro lado podía ver una luz cegadora que cubría por completo la Sala de estar de Malfoy Manor. Sentada cómodamente en el sillón que había mandado a hacer por ti cuando recién nos casamos, estabas recostada con una fina pero amplia sonrisa en tus labios mirando con un brillo especial a un pequeño bulto que se movía entre tus brazos intentando alcanzarte, aunque no lo lograba. Su expresión de frustración te hizo reír divertida, acercándote a él para besarle su frente y darle de comer.

Ese recuerdo era tan lejano en este momento, que sino me pesara tanto ahora no lo hubiera recordado. Tantos otros habían a lo largo de nuestro matrimonio, incluso más felices que ése, y yo, sin saber muy bien porqué, había elegido ése.

El nacimiento de quien sería mi único heredero, Scorpius Hyperion era uno de los días felices de mi apestosa vida. Incluso podría atreverme a afirmarlo mas feliz que cuando ví tu angelada figura, mirándome divertida desde la pista de baile mientras bailabas al compás de la música que la banda que mi madre había contratado para la ocasión, estaba tocando. Era, lo recuerdo bien, divertida...demasiado para mí acostumbrado como estaba a los vals y la música clásica que Lucius escuchaba yo de pequeño. Te devolví otra mirada de complicidad al llevarme la copa con whisky de Fuego a mi boca, al verte hacerle bailar a un aturdido Lucius Malfoy que no daba pié a un solo paso de la música.

Estaba completamente seguro que si hubiera visto a Marte ese día mirándome burlón desde el firmamento, no te hubiera dejado ir a esa misión de los Aurores. Pero él sabía lo que iba a pasar, sabía que por fin la vida iba a cobrarme mis errores cometidos siendo yo jóven comenzando por llevarte hasta convertirte en una estrella del inmenso negro cielo, de la cual mi grisáceo mirada no podía apartar ahora.

Las lágrimas corrían ya sin control por mi rostro, acompañados por un calor en mis mejillas enrojecidas que no pude sino ignorar demasiado absorto en nuevos recuerdos que mi mente me llevaba para seguir torturándome.

La primera vez que te ví realmente, al finalizar la guerra una vez que te abalanzastes abrazándome sobre mí y casi me hiciste tropezar y caerme al suelo; la primera vez que nos despertamos juntos luego de haber hecho el amor, yo con una sonrisa de medio lado en mi rostro y tú con esa sonrisa que tan loco me tenía, dejándote llevar por una alegría contagiosa, antes de conocerte, inexistente e inalcanzable para mí. La noche del casamiento, mientras te veía acercarte con esa sonrisita burlona y un hermoso vestido blanco, perfectamente ajustado a tu delgada y hermosa figura, seguramente obra de mi madre Narcissa en su afán de que todo sea perfecto. Tu rostro estaba iluminado por el nerviosismo y la felicidad, que lejos de hacerte ver seria, te hacía ver incluso más hermosa llenándole de celos a Afrodita que nos miraba desde el cielo envidiándote.

Por supuesto aun no puedo creer que te hayas ido, y no puedo sino asimilarlo a mis errores de jóven: la vida me estaba cobrando todo el sufrimiento que yo había creado en mis años escolares, arráncandote sin piedad de mí sin que yo algo pudiera hacer, quedándome apresado tras un velo negro del cual no encontraba ranura para escapar, recordándote en simples recuerdos que mi mente me traía para torturarme y que yo estaba seguro, no había disfrutado lo suficiente mientras habían durado.

Una mano pequeña pero firme me sostuvo el hombro derecho, haciéndome correr la vista del ventanal de mi estudio para encontrarme con otra casi tan platinada como la mía del otro lado. Su rostro era afilado, delgado y con finos rasgos...muy parecido al mío pero con un aire de travesura en esos pequeños ojos que me miraban preocupado y alerta. Le sonreí, notando de reojo cómo la lluvia dejaba paso al sol y al arcoiris perfectamente visibles desde ahí y le abracé con fuerza. Escuché un leve quejido salir de su boca pero le ignoré, acomodándolo contra mi pecho para poder observarlo mejor. Ya aquél bulto que reposaba entre tus brazos era un niño de unos tres años, demasiado alto para su edad, de contextura delgada y un rostro que bien podría decirse, parecía de rodeado de un aura angelical, que obviamente no tenía.

-- ¿Qué hacés aquí, hijo? -- pregunté con voz ronca por el llanto
-- Te escuché papá, no te hagas... el mentirme no exactamente tu fuerte -- le reprochó el niño haciéndole un tierno puchero. Tenía su voz: fría y arrastrada, pareciendo hasta burlona y con una pizca de maldad. Sonreí con cierto orgullo corriendo la mirada nuevamente hacia un jardín perfectamente iluminado por un sol que asomaba entre las negras nubes de tormenta.
-- Ya, Scorp... ven ya paró de llover ¿quieres practicar otra vez con la Quaffle? -- le bastó una sonrisa del niño para darle a entender un "sí".

Lo cargó y lo colocó a un lado de su cintura, siendo conciente que él aun seguía analizándole. Se agachó ante un baúl cerca de su silla de escritorio para sacar una Quaffle de ella antes de volver a cerrarlo y desaparecer tras la puerta, discutiendo con su hijo quién ganaría esta vez a un pequeño partido de Quiddicht.

Pero la puerta del despacho de Draco Malfoy había quedado abierta, pudiéndose escuchar claramente una risita divertida desde adentro que, si prestabas atención, podrías notar que provenía de cierto cuadro de una mujer elegantemente vestida, de rostro pálido pero sumamente hermoso logrando resaltar unos ojos verdes entrecerrados por la gracia que le daba la situación. El cabello negro ondulado bailoteaba hacia adelante y atrás mientras la mujer seguía riéndose, hasta que su contagiosa carcajada se acalló cuando el elfo de Malfoy Manor cerró la puerta doble del despacho, dejando ver sólo cuán pulida estaba la misma.




Bueno, ojalá les haya gustado =) Dejen reviews *--* & mi OOC Bells les agardece por haber leído! Aunque no se aceptan tomatazos...eso solo los da ella ¬¬ XD