Esa tarde me había escabullido nuevamente hacia Hogsemeade sin obtener casi trabas, salvo el estúpido del concerje. Atravesé el túnel de la estatua de la Bruja Jorobada sin ser visto, y llegué a Hogwarts antes de que pudiera decir "Quiddicht".

El tener a Albus Potter de mejor amigo me daba ciertas ventajas, como por ejemplo algunas curiosidades como el viejo Mapa del Merodeador, del que tanto se mofaba el mayor. Su amigo había visto un par de pasadizos y me los había confiado ¿y para qué mas iba a usarlos yo sino era para escaparme de esa prisión que era el castillo?.

No había nadie en las calles y eso me alegró ya que no tenía ganas de hablar con nadie. Metí las manos en el bolsillos y caminé hasta las Tres Escobas, no me vendría mal un trago.

Entré sin prestar atención a la gente pidiéndome un whisky de fuego para después irme a sentar a una mesa.

Con una sonrisa de triunfo casi iba saltando por los pasillos del colegio con alegría. Para algo valía sacar buenas notas, ser una alumna diez, de esas que contentan a los profesores con tan solo echarles la vista encima. Por eso no había costado más que una visita al despacho de la directora para pedir un permiso especial para ir a Hogsmeade. Era mejor de esa forma, así no levantaría sospecha alguna. Y claro, ¿para qué quería yo ir a Hogsmeade, con el frío que hacía allí y lo desierto que estaría? Zonko era una buena razón por ejemplo. Tenía que devolverle una jugarreta a una compañera de casa, y nada mejor que algún artículo de Zonko.

Crucé las calles con agilidad, casi sin problema alguno, porque ni siquiera había gente a la que esquivar. Y quizás fue eso lo que me extrañó, que solamente hubiera una persona delante de mí, muchos metros por delante, que andaba con un porte que demasiado bien conocía. Rodé los ojos, alucinando. No podía ser él, imposible, la alegría me estaba cegando, oq uizás era que tenía la mente demasiado enturbiada por planear la venganza. Pero recordé una cosa: Leanne Malfoy nunca se equivocaba. Asíq ue lo seguí, hasta cuando entró en Las Tres Escobas.

Se fue a la barra, como era de esperar, y sonreí con cierta malicia cuando me acerqué lentamente hacia él, sin hacer ruido. Definitivamente tenía claro que sí, que era Scorpius, ese que había nacido solamente dos minutos antes que yo, cosa que me solía restregar a menudo, por cierto. Pidió un whisky de fuego, y mi cara se tornó en un gesto pensativo, sin quitar al sonrisa de mi cara.

-¿No será una bebida muy fuerte para ti, hermanito?-pregunté tras él con los brazos en jarras.

Casi me caigo de la silla al escucharle detrás mío ¿cómo era posible que me la encontrara a donde quiera que vaya?. Suspiré retomando la postura y con sonrisa burlona en el rostro al verle luego de voltearme. Estaba con los brazos en jarra, igual a Astoria cuando se enojaba, cosa que me causaba gracia provocándole el efecto contrario a mi madre que se cabreaba aun mas.

- Quizás lo sea para ti, Leanne - repuse tranquilamente levantando la vista para mirarle -ambos sabemos que no te hace muy bien tomar alcohol ¿o debes hacerte memoria en el despacho de nuestro padre? - pregunté enarcando las cejas recordando divertido la pasada Navidad cuando su gemela se había pasado en alcohol y le había vomitado por todo el despacho a Draco. Claro que a él no le habíacausado tanta gracia como a mí, ya demasiado acostumbrado a los whiskys y otras bebidas de tal tipo en las fiestas clandestinas.

Scorpius se había sorprendido, y eso era lo mejor que me había pasado aquel día. Él podía negarlo lo que quisiera, pero conocía la crispación de su rostro cuando le ocurría algo inesperado, más que nada porque no solo lo había visto miles de veces, si no porque ella tenía el mismo gesto. La génetica les había jugado esa mala pasada, les había dado algunos gestos iguales, y fácilmente se podía entrever que eran hermanos por todas aquellas cosas, no solo por el aspecto físico.

Enarcó las cejas, con soltura, mientras decía que sería demasiado apra mí. Cierto. Lo peor es que odiaba que él tuviera la razón. Bufé levemente al acordarme de la situación del año pasado: yo, algo ebria, por no decir mucho, vomitando en el despacho de mi padre. No le causó mucha gracia, aunque a Scorpius está claro que sí. Sin embargo mi apdre fue capaz de perdonar y olvida, y Scorpius no tenía por qué perdonar y olvidar aún menos, sabía que le encantaba torturarme con aquello.

-No hace falta siquiera que me acuerde, ya estás tú para hacerlo... No sé que haría yo sin ti-dije, con cierto tono irónico, mirándolo entornando los ojos, aunque sin dejar de sostener esa sonrisa sobre mi boca.

- Bah, ya sè que me quieres hermana...no hace falta que lo digas en pùblico ya todos lo saben, yo lo sè y la verdad a veces me molesta ser tan querible, demasiada gente dicièndome que me ama a cada rato se vuelve insoportable - torcì la boca en gesto de sonrisa aun mas burlona pero la invitè a sentarse en la silla de enfrente, aunque habìa supuesto que lo harìa sin que yo la invitase. Al menos quedaba de educado.

- Te invitarìa...pero esa noche me quedò doliendo el estòmago de tanto reìrme - agreguè dàndole otro trago al whisky - y dime, ¿què hacès tù solita por aquì?

Que ego más grande podía tener Scorpius, y a veces me sorprendía a mí misma de que me sorprendiera aquello, valga la redundancia. Y sin embargo, aunque no lo admitiera, síq ue lo quería, en el fondo, muy fondo, pero decirlo... No le iba a dar el gusto y que se regodease más de lo que lo estaba haciendo. Simplemente ambos disfrutábamos con aquello, con bromear el uno sobre el otro, con lanzarnos pullas y querernos al mismo tiempo.

-Es verdad, me olvidaba que estaba hablando con el señor Scorpius H. M, uno de los grandes magos ilustres de la Historia a quien todo el mundo alaba...-añadí con sarcasmo, mientras me sentaba con él, que aunque me había invitado a hacerlo con un gesto, de todas formas pensaba hacerlo. Sonreí, gustosa de que lo hubiera hecho, y ladeé la cabeza, cuando se negó a invitarme. Eso era amor, y lo demás, tonterías.

-Oh, algo que no sabes, aleluya-exclamé, rodando los ojos, sinq uitar esa mueca divertida de mi rostro.-He venido para seguirte y ver lo que haces fuera del colegio, y así poder tener trapos sucios para contarle a las pobres chicas que van detrás de ti como mosquitas muertas... Te voy a hacer un favor espantándolas a todas-añadí, acomodándome en la silla y cruzando los brazos sobre mi pecho, sonriendo. Casualmente pasaba uno de los camareros por ahí, y los ojos me brillaron un momento.-Un whisky de fuego, por favor-le pedí, con una sonrisa de las mías, encantadora y sutil.

- Dì lo que quieras hermanita, pero yo sè que es verdad -le burlè con otra sonrisa burlona para echarme a reìr divertido al escucharle hablar de mujeres. ¿Què decir?, tenìa razòn me gustaban las mujeres. Me encantaba que se dejaran llevar por mì, eran tan fàciles de llevar a la cama. Pero no podìa quejarse, porque tambièn èl la pasaba bien.

Sin embargo le mirè de reojo cuando pidiò el whisky de Fuego, no muy seguro si lo hacìa para molestarme o realmente iba a volver a tomar. No sè muy bien porque me tirè mas bien por la segunda opciòn aunque mis palabras dijeran exactamente lo contrario:

- Ah, què bien me voy a reìr un rato... me vendrìa bien, las clases estàn muy aburridas ùltimamente...o al menos a las que he ido -me encogì de hombros antes de seguir - espero que la Directora no grite mucho cuando tenga que desaparecer de Hogsemeade para llevarte a San Mungo de urgencia...o a lo mejor hasta me dà "dìas libres" para ir a visitarte ¿què crees?

Las mujeres eran una de las tres perdiciones de mi hermanos según mis 16 años de experiencial personal: Scorpius solo vivía por ellas, por sus amigos y por el Quidditch. Yo compartía, sin embargo, dos de ellas, y por supuesto que las mujeres no entraban en mi lista. Y claro, como tal, no quedaba sitio para los estudios, como tan bien demostró en su comentario posterior. Rodé los ojos, en un intento en que no se me notase que me estaban dadno de pegarle collejas hasta que se le quitara toda la porquería de la cabeza y solamente quedaran las buenas ideas que suponía que en fondo tenía. Estaba claro que Scor no tenía un pelo de tonto, pero costaba hacerse a la idea.

-¿Qué creo?-repetí mientras el camarero traía mi whisky de fuego y yo lo miraba con recelo. Ahora que lo tenía enfrente, ya no me apetecía tanto, pero fastidiar a mi hermano, lo que fuera. Cogí el vaso y miré a Scorpius. -Sincerametne, que menos mal que hay alguien listo en la familia, es decir, yo, porque si no menudas generaciones futuras de Malfoys habría-añadí, dándole un trago seco al whisky, de manera que me abrasó la garganta y se me saltaron las lágrimas.

Enarquè una ceja sin perder la sonrisa burlona de mi rostro, menuda ironìa ¿quièn hablaba de inteligencia cuando ese mismo alguien estaba tomando whisky de fuego a sabiendas que le hacìa mal?. Levantè la copa con un gesto de brindis y le tomè de un trago para darle competencia. Pero al volver a posar la mirada en ella notè còmo sus ojos se tornaban llorosos, sin duda por acto del alcohol.
Suspirè negando casi imperciptiblemente antes de correr a su lado y tomarle por la espalda. - Escùpelo - le dije ya en tono mas preocupado - escùpelo Leanne - le pedí tomando la varita cualquier cosa

-- Sí serás terca... -- dije ya de mal humor al verle escupir apenas una pequeña parte de lo que se habìa tragado. Suspirè mientras corrìa a toda velocidad nuevamente a la barra para buscar agua bien frìa, lo primero que me habìan dado cuando me pasè de copas a los once años. No era que habìa estado tan mal, pero el whisky de fuego habìa desaparecido a los escasos minutos que el lìquido habìa entrado.

Llevè con rapidez el agua a mi hermana que ya lloraba lagrimones maldicièndome internamente por haberla detenido apenas le habìan dado el vaso. Sin correrme de su lado, y con la mirada ya de los presentes gracias a los gritos del mozo, fulminè con la mirada a los curiosos antes de bajarla otra vez a mi melliza para comprobar si ya estaba bien o debìa llevarla a la enfermerìa, solo para cerciorme.

-- Ahora sì espero que ya hayas aprendido tu lecciòn, hermanita -- agreguè quitàndole de las manos el recipiente vacìo donde antes estuviera el agua, para apoyarlo contra la mesa y devolverle una sonrisa de superioridad y burla mezclados.

Le seguí con cierta curiosidad la mirada a mi hermana, hasta verla posarse sobre el camarero que segundos antes estaba gritando en medio del lugar y ahora sonreía desde el mostrador sin mostrar miedo alguno. Iba a hablar cuando la voz débil de Leanne me tomó por completa sorpresa y me volteé.
Se había llevado la mano a la garganta y luego a su boca, comenzando a toser. Arrugué el entrecejo preguntándome qué rayos sucedía ahora cuando le vi escupir sangre sobre el mantel. Mi rostro se tornó mas pálido de lo normal y sin perder tiempo la tomé con delicadeza entre mis brazos para salir a toda prisa a Hogwarts. Apenas divisé como dicho camarero se había esfumado por la puerta trasera, pero ya daría con él mas tarde, eso no iba a quedarse así.
Me importaba poco y nada lo que los alumnos que por ahí pasaban en ese momento susurraran, demostrándoselos al pasar por entre ellos sin siquiera decir palabra, caminando a paso rápido hacia Honeydukes. Desde allí había un pasadizo ya no tan secreto, pero que me permitiría llegar a Hogwarts más rápido sin tener que pasar por el inservible del celador.
Bajé despacio, con elegancia ycuidado al tener a mi hermana en brazos antes de volver a echar a correr por la oscuridad. Le conocía demasiado bien como para golpearme o caerme, de ya tantas veces que había pasado por ahí.
Salimos a la estatua de la bruja jorobada, pasé primero a mi hermana y detrás yo, mirando hacia los costados por si encontraba a algún profesor para avisarle y que la revisaran, pero por primera vez no hallé a nadie. ¿Dónde estaban cuando se los necesitaba?.
Bajé dos pisos a la enfermería y con un seco "Magía negra" a la enfermera la recosté con cuidado en una de las camillas antes de sentarme automáticamente a su lado, sin atreverme a dejarla sola.


// o.o estaba inspirado hoy .-. xd

La máscara de frialdad y arrogancia, se me había caído apenas vi a Leanne escupir sangre en las Tres Escobas, y se había intencificado el sentimiento de preocupación cuando le escuché que seguía tosiendo cada vez mas débilmente. Pero fue la agonía la que me atravesó por completo, con tan solo escucharla gritar y llorar de aquella forma.
Eso había sido peor que la noticia de su secuestro, que había escuchado de chismoso detrás de la puerta de la cocina de la mansión Malfoy, en una reunión urgente a la medianoche. Su casa se había llenado de gente de repente y no entendía porqué. Su padre estaba mas histérico que nunca, caminando impaciente de un lado al otro y su madre lloriqueaba por los pasillos. No, defintivamente no eran comparables.
Una vez mas me dejé llevar por el miedo, ese sentimiento que nunca me había dejado sentir, y le tomé de la mano mientras la enfermera corría a buscar ayuda auror. No entendía del todo lo que le estaba pasando, pero tenía miedo y mucho.
-- Leanne... ¿Leanne? -- le llamé moviéndola un poco por si despertaba de pronto -- ¡Leanne! -- grité ya histérico buscando con la mirada que alguien viniera.

Le puse muy mala cara al mago que intentaba apartarme a empujones de mi hermana, como si realmente creyera que eso iba a ocurrir. En vez de eso, le ignoré volviendo a posar mi mirada en el cuerpo de mi hermana, regresando a mi rostro la preocupación y el miedo.
No quería despegarme de ella, no podía irme de su lado ahora. Si bien habían miles de historias que contar de pequeños, como aquel que estabamos jugando a los escondidos, un juego muggle que nuestro padre ni de coña queria que lo jugaramos. Aun no le prestaba atención a eso de la supremacía de los magos sobre los muggles, era tan solo un niño de siete años jugando a un divertido juego muggle en donde había que correr bastante y ser ingenioso para esconderse. Recordé algo divertido que Orion quería jugar y que yo no le dejé, argumentando que era demasiado chico para jugar. Y ahí saltó Leanne a portegerlo, sacandome de las casillas y logrando que la empujase a un espinal.
El miedo y la preocupación me tomaron de rehén apurandome a tomarla entre mis brazos sin importarme el dolor de las espinas tambien clavandose en mi piel, mientras le ayudaba a mi hermana a salir. Luego de un buen regaño de mi padre a la noche, fui a pedirle perdón a Leanne a su cuarto. Y sí, era tan solo un niño y habia recibido mi merecido cuando mi madre tomando su lugar de sanador, me tenia que sacar a mi tambien las espinas mientras Draco depotricaba contra el mundo y yo le ignoraba, demasiado dolorido por las benditas espinas.
La sonrisa se hizo mas grande aun cuando escuché un débil pero perfectamente audible para mi Scorpie Doo. Era su apodo favorito para mi, sacado de un programa muggle que Leanne a veces se escapaba a ver, algo como un perro que hablaba y resolvia misterios junto a sus cinco dueños. En ese momento habia rodado los ojos al creer que me llamaba perro guardián, pero luego me había dicho que era porque tanto el personaje principal Scooby Doo como su mejor amigo Shaggy, eran de gran estómago, igual que él. Eso le había provocado tal carcajadas que sus padres le miraron desconcertados interrumpiendose una charla sobre el colegio.
-- ¿Scorpie Scorpie Doo? -- le dije en un susurro riéndome divertido alegando como decía el personaje al final de todas las historias -- Scorpie Doo no va a dejarte, Lee -- sonreí.

Contuve el aliento al verle de pronto despertándose, vagando la mirada desde su rostro hasta su pecho, por alguna señal de que algo no andaba bien. Seguramente se habría notado pues de seguro me había puesto duro como estatua, sin atreverme siquiera a pestañar por temor a que se me pasase por encima.
Pero sonreí mezclando alegria y alivio, al verla llevarse las manos a la garganta sabiendo que todo estaba bien. Hice un gesto con la cabeza al mago que me hablo, devolviéndole una sonrisa torcida pero de agradecimiento antes de volver a posar la mirada nuevamente sobre mi hermana, mi proposito de estar ahi en ese momento.
Con voz baja a modo de burla ya que me senti mucho mejor como para volver a burlarle, le dije con un susurro bajo: -- Así que Leanne Malfoy ha regresado de la muerte... que no te vean los del Profeta o serás el nuevo niño que vivió aclamado por la multitud de magos y tendras que enfrentarte a un mago sin nariz, vestido de negro que baila al compás del baile del hipogrifo -- termine sonriente y aunque nuevamente le estaba molestando, me agache en señal de cariño para abrazarla con fuerza pues necesitaba tenerla nuevamente entre mis brazos despues de todo lo que había visto -- nunca mas te dejare tomar bebida alguna con alcohol, por mas divertido que sea verte borracha.

Asi era Leanne terca, demasiado tierna para su gusto eso hacia que se preocupase mas por ella y sobre todo, podria sacarte una sonrisa incluso ante situaciones como esas en las que casi te largas a llorar. Eso le encantaba y lo jodia a la vez, pero ¿que podia reprocharle?.
-- Oh, que lastima entonces que he dejado la billetera en las Tres Escobas en medio de la corrida -- dije en tono burlon retomandolo luego de que me recompuse -- sino te daba propina por la actuacion extra.
Sonrei de medio aun teniendola entre mis brazos y sin atreverme a dejarla pues aun no me habia recueperado del todo del susto y me invadia la posibilidad que solo fuera una treta y que Leanne estaria peor de lo que ya estaba. Pero al menos ya habian aurores y enfermeros cera para eso, y aunque no quisieran tampoco iba a dejarla sola con ellos. Era muy jodidamente sobreprotector, yo lo sabia, pero ¿quien podia culparme luego de lo ya habia vivido hacia unos minutos despues? estaba casi seguro que hasta su padre se habria vuelto histerico ante una situacion asi ¿y quien no?. No podia culparlo de gritar en medio de la enfermeria que habiamos sido unos irresponsables o refregarme que mi hermana podia haber muerto, como le gustaba decir para hacerme sentir peor. Suspire olvidando a mi padre y quitandolo de mi mente, para concentrarme en mantener a mi melliza entre mis brazos, manteniendo la mirada baja ante cualquier cosa.

Se estaba demasiado bien en los brazos de aquel egocéntrico mellizo que yo por suerte poseía. Scorpius era así de encantador, no podía reprocharle nada malo de lo que hacía porque, sin duda alguna, me protegía de todo lo malo que podía ocurrirme. Y la prueba de ello había estado minutos antes. Casi moría y allí estaba yo, bromeando con que había sido la mejor actuación de mi vida yq ue en realidad había sido todo una treta. Ya quisiera yo, y ya quisiera Scorpius de que no hubiera sido de verdad, seguramente. Era una artista en lo que se refería a ocultar lo que sentía, a mostrarme débil ante los demás. El gen Malfoy tenía demasiada carga biológica.

-No te preocupes, tenemos una vida entera soportándonos para darme la propina. Te lo recordaré eternamente-dije, con expresión tierna, mientras apoyaba mi cabeza sobre uno de sus hombros y sonreía ampliamente. A ver si fuera verdad, a ver si tuviésemos una vida por delante ambos, juntos, hasta que fuésemos viejecitos y nos siguiésemos peleando. Porque yo no le iba a dejar que se separara de mí, y no esperaba que él tampoco lo dejara. A no ser que cosas como las de Las Tres Escobas... Tragué saliva y un escalofrío recorrió mi espalda.

-Solo me pasan estas cosas a mí-murmuré, auqnue seguramente era en un tono audible, dada la proximidad del oído de mi hermano a mí. Suspiré y ladeé la cabeza. A saber quien había sido y qué querían de mí.

-- Vale entonces, solo recuerdame que te lo de el mismo dia en que me den o pasaras a ser cuarta prioridad en mi lista, por debajo del quiddicht, las salidas y los whisky de fuego... -- me rei mirandola con cierto reproche. Tenia razon, solo a ella podia pasarle esas cosas, y aunque tenia una sospecha sobre el mesero no iba a confirmarla por el momento, mejor cambiar de tema para no seguir torturandole al recordarse cosas que ya, por suerte, habian quedado en el pasado. -- Si, tienes razon... nunca habia visto una chica que odiara tanto su vida como para intentar matarse con un whisky de fuego, la proxima vez que vaya a las Tres Escobas le prohibire a los mozos que te acerquen un vaso de bebida alcoholica..o directamente la entrada, eres demasiado peligrosa Leanne Marcella casi podria decir que eres la nueva amenaza del mundo magico. Pero cambiemos de tema, como es que soñastes que Weasley y yo te haciamos tia? -- le pregunte con tono falsamente asustado, ya sabia que mi hermana era de tener sueños raros, no era la primera vez que le escuchaba uno...o quizas la mitad de uno, porque me carcajeaba de tan solo escucharle los disparates que decia. Y si bien ese sueño me daba gracia a la vez me daba intriga saber el porque.

Si habia algo de la cual tenia completa certeza, era que las noticias volaban en Hogwarts. A este paso ya todo el colegio se habria enterado que estabamos de novios con Rose, con todo lo que eso traia. Considere dejarme apartada una cama y una buena botella de whisky de fuego a mi lado. Pero en vez de eso sonrie burlon para responderle:
-- En ese caso, estarias sexta hermanita... sigue hablando que bajaras de categoria a elfina domestica -- por supuesto que eso broma pero que decir, me gustaba joderla. -- Oh vaya, si me esperas dos minutos ire a traer a los Dementores... por lo visto son los unicos aqui que pueden detenerte. Eso si si te mandan a Azkaban no me pidas visita, porque no ire, ese lugar es enfermizo...pero supongo que a ti te hara bien a ver si se te acomodan un poco las neuronas -- le hice burla -- Puede ser, pero sera mas inteligente que el padre en el sentido que el sabra como hacer que sus locas fanaticas lo dejen en paz, cosa que el padre no puede hacer -- sonrei egolatra otra vez. -- avisame cuando sea el tiempo astronomico favorable para tener un hijo que yo me encargo del resto