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Leanne Malfoy

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MensajeTema: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 17, 2011 8:59 pm

Me gustaban las estrellas aunque no fuera capaz de tener la fuerza de voluntad de verlas todos los días. Las cosas en exceso nunca habían sido buenas y temía mirarlas tan fijamente que desaparecieran alguna vez. Era un miedo irracional, más bien estúpido, que no solía ir gritando a los cuatro vientos, obviamente. No estaba dispuesta a promulgar que tenía miedo de que el cielo se quedara sin estrellas, mi orgullo me lo impedía, y era algo de agradecer, sin embargo. No, no era que fueran a desaparecer... Simplemente me daba miedo no ser merecedora de una de ellas.

Los Black y descendientes habían tenido la mala costumbre, por así decirlo, de otorgarles a sus hijos e hijas nombres de constelaciones y estrellas. Mis padres no habían sido una excepción tampoco. Scorpius y Orion eran quienes ostentaban por encima de los cuatro hermanos que érmaos el honor de tener una constelación con su nombre. Luego estaba Edward, cuyo nombre había sido de grandes reyes. ¿Y a mí que me quedaba? Sí, Leanne significaba luz de cualquier manera. Éramos estrellas en el firmamento, dispuestas a iluminar a todo el mundo y hacerles ver la verdad... Nuestra verdad, de cualquier manera.

Suspiré, aquella noche, abrigándome un poco, pues el frío comenzaba a crear escalofríos en mi cuerpo. No sabía qué hacía allí tan tarde, pensando en aquello. Si me pillaban me la cargaba, estaba claro. Y sin embargo allí estaba, consciente de aquello que me importaba un pimiento. Solamente quería pensar a la luz de las estrellas, lo que fuera, evadirme del mundo. Cada vez me estaba volviendo más fría, más egoísta, más Malfoy, de cualquier manera.
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Orion A. Malfoy

Orion A. Malfoy


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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 17, 2011 9:25 pm

Una mantícora, dos mantícoras, tres mantícoras... no, defintivamente no estaba haciéndome efecto alguno como todo el resto de cosas que había probado, nisiquiera me sentía con una pizca de sueño. Dejé correr el aire por la comisura de mis labios a modo de bufido molesto, y me llevé la manos a la cara con frustración. ¿Por qué me había quedado en las clases de Historia? Debí haber deducido que a la hora de irme a dormir, no iba a conciliar el sueño ni porque contase la cantidad de estrellas del firmamento.

Rendido, me levanté a regañadientes de la cama puesto que ya había juntado la suficiente calidez como para hacerme sentir cómodo, y me cambié con el uniforme del colegio y la túnica de invierno. Hacía frío, y lo sabía pero estaba dispuesto a dar un paseo nocturno por el gran colegio si eso me hacía desgastarme físicamente y poder dormir.

Me escabullí del celador y su estúpida gata, considerando seriamente un día de estos darle una buen patada y hacerla volar. Ese impío e impasible animal siempre me arruinaba mis planes, pero me venía guardando mis verdaderas intenciones pues sabía que mi venganza vendría cuanto menos se lo esperase.

Salí entonces fuera de la Sala Común, arrepintiéndome enseguida de haber salido de la cama. El viento proveniente de las ventanas golpeaba sin piedad alguna contra mi cuerpo, haciéndome sonrojar mis mejillas hasta suavizarlas a causa de la fuerza del choque. Me abrigué acurrucándome con la túnica caminando sin casi poder ver muy claramente por mi cabello que ahora revoloteaba en la misma dirección del viento.

Bufé y me impuse regresar a mi cuarto, pero con la misma rapidez deseché ese pensamiento. Había un lugar al cual quería ir a visitar, sin las obligaciones del curso que hacían ver el lugar tan aburrido. Subí entonces a paso ligero pero silencioso los siete pisos hasta la Torre de Astronomía.

Para cuando llegué encontré la puerta entreabierta, cosa que me sorprendió un poco. Con curiosidad empujé la puerta y asomé, sin ver a nadie a simple vista. Pasé por debajo del marco sacudiéndome la túnica de invierno algo mojada, por la rapidez de mis pasos que me había hecho entrar en calor, dejándola luego en el piso desprecoupadamente mientras me acercaba a los telescopios.

Así era, me gustaba ver las estrellas. No entendía bien porqué pues lo consideraba sumamente aburrido y tedioso en las clases de Astronomía, pero a la vez allí estaba tomando un telescopio para poder acercarse y ver mas de cerca la posición de Saturno o Marte.

Fue en ese momento que escuchó un susurro casi silencioso, pero que bastó para hacerme alejar como resorte del aparato y mirar al rededor.


Última edición por Orion A. Malfoy el Lun Ene 17, 2011 9:37 pm, editado 1 vez (Razón : Perdona XD no leí que estaba en la Torre de Astronomía & roleé como que estábamos fuera xDDDDD)
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Leanne Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 17, 2011 10:27 pm

Tenía buen oído. Desde pequeña había supuesto que era una especie de don antural quel que se me había dado. Sin casi esfeurzo era capaz de escuchar el mínimo susurro de unos zapatos golpear contra suelo, en el intento de andar despacio y sin querer hacer ruido, del aire frío que se arremolinaba junto a mí en aquella noche, o del simple ulular de una lechuza en algún punto de la oscuridad que habitaba fuera de aquellos muros ancestrales. Sí, esa oscuridad que también se había magnificado en la torre, en la cual no me había dignado a encender ni una mísera luz, y la que apaciguaba las noches en las uqe no podía dormir, como aquella.

Tenía el sueño ligero por aquella extraña manía que hacía que me levantara cada vez que oía algo que no eran las respiraciones de mis compañeras de habitación, cuyos rostros y cuerpos observarva desde mi cama, por si les pasaba algo. Era una costumbre que tenía desde pequeña, por eso cuando la silueta entró en la torre, no me asusté porque no la hubiera oído. Estaba en la otra esquina, así que era imposible que me hubiera visto, y sin emabrgo yo sía él, porque era chico, sí.

La luz de la luna le había dado durante una milésima de segundo en la cara, lo justo para que, si la visto no me era traicionera, reconociera ese rsotro tan familiar que siempre hacía que sonriera. Me acerqué, despacio, con cautela de no molestar. Observé como tomaba un telescopio. Ahora por lo que se veía, lo de las estrellas venía de familia.

-Si giras dos o tres grados hacia la derecha verás como Orión brilla con todo su esplendor-susurré a su lado con cariño. Aquello no era mentira: Orion, ambos, la constelación y él, siempre brillaban con luz propia.
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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 17, 2011 10:53 pm

La sorpresa no desapareció de mi rostro al reconocer esa voz a mi lado, ¿Qué hacía Leah a esas horas en la Torre de Astronomía?. Bueno, esa había sido una pregunta estúpida pero a la vez la curiosidad le picaba.

Mi hermana mayor apareció de las sombras de la Torre, de un modo que le hizo recordar curiosamente a los cuentos de terror que Scorpius le contaba de pequeño para hacerle asustar. Casi siempre eran muggles espantados por fantasmas, almas de personas fallecidas por un hecho trágico y que no descansarían hasta que alguien vengase su muerte o les perdonara. Ya de por sí ése era uno de los motivos por el cual se había asustado hasta casi pegar un grito ahogado cuando en el Gran Hall, aparecieron cuatro fantasmas atravesando la guresa pared. Además que la voz tétrica y misteriosa que ponía su hermano ayudaba mucho a la causa haciéndole despertar en medio de la noche para correr a la cama de sus padres porque el fantasma de algún muggle "rondaba por el jardín mirándole con ojos ensangrentados y un cuchillo en la mano". Draco se reía a carcajadas al escuchar las historias, cosa que me hacía sentir avergonzado por mi infantil miedo mientras la mirada asesina de mi madre no lograba hacer bajar el volumen de voz de su esposo. Ella me abrazaba con cariño, consolándome con un tierno beso en mi mejilla mientras pateaba por debajo de las sábanas a Draco para que se callara. Una vez que lograba hacerlo, y aun con lágrimas en los ojos, él también me abrazaba sin terminar de escuchar nunca sus palabras pues me había quedado dormido apoyado en su pecho.

Con una sacudida de la cabeza recobró la compostura y le sonreí de medio lado. Si su mente seguía despierta, que lo estaba sino no hubiera reconocido a Leanne tan rápidamente, se dirigía tanto a la Constelación como a mí mismo. En la familia Malfoy había un "bufón" y ese era yo, según mis hermanos, siempre haciéndoles reír cuando hiciera falta, incluso a Scorpius que tantas historias de terror le había contado en su infancia.

-- Ahh, así que ya estuvistes espiando mi constelación ¿eh? a que es la más hermosa y brillante de todas -- bromeé
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Leanne Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyMar Ene 18, 2011 12:29 am

Decían los mitos griegos que Orión era el Cazador nato, que prometiendo acabar con toda la vida que se encontrara en la tierra, la madre Gea lo castigó y envió un escorpión a que lo aniquilara, cosa que el animal cumplió. Había demasiadas similitudes entre aquel mito y nuestra vida. Orion era nuestra estrella más brillante, cuya sonrisa despertaba calidez incluso en el rostro de Edward. Era simplemente un ángel y la gente lo menospreciaba por ello. Porque estaba a la sombra del escorpión, de Scorpius. Recordaba como ya desde pequeños ambos hermanos acababan peleados por cualquier cosa. A Scorpius le había encantado hacer rabiar al bueno de Orion que al final, con la edad, acabó espabilando y empezó a armar sus propias venganzas en forma de bromas, algunas incluso de mal gusto. Ni decir tenía que yo lo apoyaba con todo lo que tenía. Orion era mi consentido en ese sentido, no podía decirle que no a su carita fingida de niño que no ha roto un plato en su vida. La misma cara que, por suerte o por desgracia, los cuatro hermanos Malfoy llevábamos casi siempre.

Reí suavemente, en voz baja. No tenía ganas de que el celador y su gata, esa que tanto repelús daba nada más verla, fueran hacia la torre y nos cayera un gran castigo. Otro día quizás no me importaría, pero hoy estaba demasiado bien en aquel lugar. Me acerqué aún más, colocando un brazo sobre uno de sus hombros, en forma de apoyo. No me había dado cuenta de cuanto había crecido en el último año. Resultaba que Orion no era tan pequeño como siempre creía yo. Estaba igual de alto que yo y eso que yo baja no era. Y parecía que crecería más. Sí, los hombres de la familia eran altos, aunque ni Astoria ni yo éramos unos gnomos. Aún así tuve que reconcoer en ese instante que me fastidió un poco. ¡Que tenía 13 años y yo tres más! Hice un mohín con el labio superior, divertida.

-Anda que sí, baja modesto que sube mi hermanito-dije, con ritintín, aunque sonriente. Él tenía derecho de echarse flores, porque en realidad no estaba mintiendo. Claro que era brillante, no había ninguna duda de ello.

-Sí, es que te la quería robar, porque como no tengo ninguna propia...-añadí, rodando los ojos, cómicamente.
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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyMar Ene 18, 2011 2:50 am

Si había algo que aun me seguía preguntando era el porqué de mi nombre; sabía que la familia Black había tenido la tradición de poner a sus descendientes nombres de estrellas o de constelaciones y mi padre Draco Malfoy no había sido la excepción: tenía el nombre de uno de los grandes monstruos mitológicos temidos por los humanos durante muchos siglos. Nunca le había prestado verdadera atención a su historia ya que me resultaba aburrida y tediosa ¿después de todo, no era tan sólo un mito?.

Tanto Scorpius como yo habíamos ligado nombres de Constelaciones: él, Scorpius un animal con un veneno capaz de matarte en cuestión de segundos, temido en un continente entero como era el Africa que le respetaban como si fuera un dios; un animal que en cierta forma imponía respeto. ¿Yo? Orion, la constelación mas brillante del firmamento. Según mi padre, un guerrero nato que había jurado matar a toda forma de vida sobre la faz de tierra y a quien habían mandado a matar... y aquí venía la ironía ¿Quién había matado a Orion?. Un escorpión. Sí, así es: a veces creía que mis padres eran clarividentes o que tenían una bola de cristal escondida en alguna parte de la mansión. ¿De qué forma pudieron haber sabido que yo siempre estaría a la sombra de Scorpius?, aquel hermano mayor arrogante, engreído, insoportablemente creído el rey del mundo que nunca había querido demostrar sentimiento alguno por temor a volverse débil. Se asemejaba a los años de jóven de nuestro padre, en realidad, era una copia suya casi perfecta que conseguía que suprimiéramos sus quejas cuando le repetíamos una y otra vez la magnitud de la semejanza y qué tan bien cuadraba él en lo que el resto del mundo mágico llamaba "prototipo Malfoy". Era inevitablemente idéntico a Draco Malfoy, por mas que insistiera en que no.

Dejé correr el aire por mis finos labios con la mirada perdida en algún punto invisible de la oscuridad. O quizás yo estaba malinterpretando el nombre, dándole un sentido erróneo que tan solo lograba bajarme el autoestima. ¿O acaso no era Orión la constelación mas brillante del firmamento? Asesinado o no por un escorpión,sobresalía sin mucho esfuerzo de entre todas las estrellas. Sonreí con cierto orgullo apareciendo la sonrisa de medio lado típica de los Malfoy dibujada en mi rostro, haciéndome mas...¿lo que era?, sí. Un Malfoy.

Le había dado por un momento una respuesta completamente errónea al por qué de la elección de mi nombre: mis padres no habían tenido manera de saber lo que ocurriría entre Scorpius y yo ni porque tuvieran una bola de cristal de algún poderoso hechicero que pudiera ver el futuro. Mi nombre no era mas que un simple resumen de mi personalidad: un guerrero que batallaba todos los días contra los problemas y trabas que la vida le ponía (y una de las que mas le jodía era Filch y su gata), un jóven con ambiciones aunque no de matar gente, salvo a que se refiera a matar de la risa sino de ser grande y brillar. Ahí estaba la palabra clave: brillar. Yo brillaba tanto como la constelación pero por ser diferente a mis hermanos, eso era lo que me hacía sobresalir.

Recordé cuando de pequeño, mi padre había intentado enseñarme el árbol genealógico familiar y yo no lograba salir del ataque de risa que me había dado por verles las graciosas barbas a las viejas generaciones Black. Ese día, sino fuera por mi comprensiva y sobreprotectora madre, no estaría en estos momentos cavilando sobre el porqué de mi nombre, sino que estaría bajo tierra en algún lugar del inmenso terreno de la familia Malfoy y mi querido padre, preso en Azkaban tomando el té mientras daba indicaciones sobre qué hacer con los mortífagos capturados desde dentro de una celda. O al menos así me lo imaginaba yo inevitablemente, por su porte de caballero, modales refinados aprendidos casi por la fuerza por mis abuelos Lucius y Narcissa Malfoy y esa voz fría y aburrida, con una pizca de burla mezclada acompañada de una mirada de reojo, de superioridad.

Quiera o no, sabía que tanto yo como mis hermanos teníamos esos genes llaménse mas finamente, modales, ya incorporados desde pequeños por el mismo mago que se hacía llamar nuestro padre, y que lo era, pero que me encantaba hacerle rabiar llamándole de esa forma con una sonrisita tierna para que al menos no gritara tanto. Lo adoraba a pesar de que no me considerara su mejor heredero, yo siempre le había buscado como apoyo incluso entre peleas de hermanos o algún consejo o enseñanza suya, claro está menos las del árbol genealógico. Había quedado mas que claro que yo no aprendería de mis ancentros desde el mismo momento en que pregunté al ver su cara y luego reírme porqué Abraxas Malfoy se parecía tanto a un basilisco enojado con barba larga y mi padre me respondió con una mirada fulminante resistiendo las ganas de ahorcar al menor de sus hijos.

Riéndome divertido al recordarlo sentí el brazo de Leanne sobre mi nombre y le miré: parecía analizarme como si me viera bien por primera vez pasado un tiempo. Arrugué un poco el entrecejo intentando buscarme algún cambio visible, pero no le hallé:

-- ¿Qué tanto mirás hermanita?, ya sé que soy hermoso pero no creí que serías tú quien me sostuviera tanto la mirada -- le dijo divertido -- Bah, tu nombre es mas lindo que el de cualquier constelación Lee, mira el mío. Un guerrero, gran cosa...creo que a papá y a mamá se les secó el cerebro luego de haber elegido los nombres para sus tres primeros hijos y en una noche aburridos miraron el cielo dándose cuenta de que la constelación de Orion era la que mas brillaba y se dijeron "llamemos así a nuestro hijo menor" -- agregué imitando pobremente la voz grave y fría de mi padre




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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyMiér Ene 19, 2011 8:29 pm

Le di un suave codazo en el costado mientras le fulminaba con la mirada. Hubiera parecido que lo quería aniquilar allí mismo a base de miradas asesinas, pero en realidad en mi rostro se dibujaban con suaves líneas una sonrisa divertida, burlona. Quizás a Orion no le habían comentado nunca cuál era la razón por la que Astoria y Draco habían optado por ese nombre para su cuarto hijo. Yo sí lo sabía, y estaba orgullosa de poder acordarme de aquello.

Orion había nacido un 27 de mayo, en primavera, cuando el jardín de la mansión en la que residimos siempre está repleto de flores y plantas de tipos inmaginables. Yo contaba con la tierna edad de tres años, y aún siendo tan joven era capaz de recordar aquel día porque había sido una de las pocas veces en el que había visto a Narcissa, mi abuela, con unas pintas horrorosas. Tradúcese esto como que Narcissa iba simplemente con la bata y los pelos alborotados, pero claro, una mujer de alta alcurnia no se presentaba de esa forma en público. Llevaba a Edward en brazos y Scorpius se enjugaba los ojos con la total inocencia que por aquel entonces aún tenía. Resultaba que toda lamansión se había puesto en pie porque Astoria comenzaba a tener contracciones. Y todo el mundo arriba, claro. Me habían levantado los gritos de Draco buscando su varita que con el despiste había dejado por algún lado de la casa. Recordaba que había entrado como un loco en mi cuarto y yo, aún medio dormida, había constestado un vago "no" cuando él preguntó si la había visto. "Por Merlín, Draco, que tiene tres años, ¿que va a a saber ella?", oí decir a mi abuela tras él. Debió encontrarla, porque al final se fueron rumbo al hospital y no supe nada más de ellos hasta el día siguiente, cuando Narcissa me levantó con una sonrisa. "Anda, vamos, que tienes que ver a tu nuevo hermanito".

"¡Que yo no voy!", refunfuñaba Edward. Él era el mimado de la casa, el pequeño, y tener un nuevo hermano suponía ser relegado. Quizás aún mantenía ese pensamiento Edward cada vez que Astoria alababa a Orion, quizás todo venía desde pequeños y no tenía nada que ver que Ed fuera totalmente engreído y despreciable, aunque se le tomara cariño luego. Sin emabargo y pese a sus quejas, el 28 estábamos los tres frente a la cama de hospital de Astoria, la mejor y la más cara, claro está. Mamá estaba feliz, radiante, y papá aún más. Astoria tenía un bulto entre las manos, que se retorcía. Draco nos aupó unoa uno para verle la cara a ese bulto y por fin lo vi: era pequeño, menudo, con el pelo tan rubio que parecía estar calvo, y mantenía los ojos cerrados, por el momento. Hice una mueca de disgusto. ¿Por esto todo ese revuelo? Alguien preguntó que como se llamaría, y ninguno de los padres supo responder con aquello. Ya tendría tiempo de ponerle nombre, claro está. Pocos días después, el niño sin nombre y mis padres llegaron a casa. Había una gran cena con la familia en la mansión, y claro, los niños de la familia aprovechamos para salir al jardín. Hacía una noche hermosa, llena de estrellas que refulgían en el cielo. Habían dejado al niño durmiendo cerca de los mayores, dentro de una cuna, pero no tan cerca como para que Edward no quisiera atacarle. Scor y yo lo vimos acercarse en cuclillas, silencioso. La gente no prestaba atención, así que era su oportunidad. Una sonrisa maliciosa cruzó su rostro y de repente gritó a la cuna "¡buuhh!". El niño se despertó y comenzó a llorar. Scorpius y yo nos asustamos, porque asociábamos llanto a dolor. Ya está, Ed le había hecho algo malo. Mamá se levantó y cogió al pequeño en brazos rápidamente. Lo abrazó e intentó calmarlo, pero no había manera.

-Papá reprendía a Ed mientras Scopius y yo te veíamos llorar sin poder hacer nada. Entonces pasó. Una estrella fugaz cruzó el cielo y tú te quedaste mirando hacia arriba, callado completamente-le dije a Orion, tras contarle la historia de su nacimiento. Sonreí al acordarme de aquello. El pequeño bebé se quedó pasmado con las estrellas, y entonces reparó en unas, alineadas, pequeñas pero brillantes. Y rió, empezó a reír y yo pude respirar tranquila. Miré hacia a rriba y sonreí yo también. Era la constelación de Orion, había estado hablando de ella con mi padre hacía poco tiempo. El bebé brilló en ese momento más que la propia constelación, y no hubo manera de hacerle parar durante buen tiempo.

-No fue difícil pensar cómo te ibas a llamar después de todo. Tú mismo escogiste el nombre-añadí, riendo.-Anda que sí, escogiste las más brillantes, Si ya desde pequeño tenías ego, ¿eh?
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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyMiér Ene 19, 2011 10:02 pm

Riendo divertido a momentos, imaginando a la abuela Narcissa en bata y cabello desprolijo, a su padre, corriendo por toda la casa buscando la varita con aire desesperado y algo dormido. Su imaginación fue mas allá al ver a un pequeño Edward arrugando el entrecejo con mirada asesina gritando que él no iría a ver a su nuevo hermano; si hasta lo podía ver enfrente suyo: de pequeña contextura, cabello rubio corto, ojitos grises entrecerrados en amenaza de muerte, cruzado de brazos sin siquiera plantearse moverse un paso y a Draco apurándole para que se vistiera y se callara.

Aunque una incógnita se planteó en su mente: obviamente no recordaba porqué tanta gracia le daba la Constelación de Orion pero le daba curiosidad saberlo, ¿será por su brillo que le habían llamado la atención? ¿o por su bonita figura que él creía que formaban?. Si hasta en ese momento podría creer que solo había sido Scorpius haciéndole caras graciosas para que se riera y dejara de llorar.

-- Es que por fin había encontrado algo que fuera tan lindo como yo en esa casa -- respondí con simpleza mientras me volvía a reír sentándome en el frío suelo sin elegancia. ¿A quién había que impresionar pues? mi hermana mayor ya me conocía mejor que yo. Miré hacía arriba con una sonrisa burlona -- já, ya desde pequeñito era el bufón de la casa

Agregó segundos después recordando de pequeño cuando Scorpius le levantaba a upa para llevarlo al patio a jugar un rato los días de lluvia, para que no se mojara. En una de las tantas bajadas y subidas de las escaleras principales, le llamó bufón cosa que él no comprendió enseguida. Por otro lado Edward aun molesto por su nacimiento y aprovechándose de la inocencia que aun posee, le hacía ver casi siempre ridículo frente al resto de la familia. Si de algo estaba seguro, era que del todo su hermano no le había perdonado.

-- Já, ya ves... Edward se merece las bromas que le hago -- agregué finalmente volviéndome a reír apoyando la cabeza en su hombro.


{Off: Sorry, 0 imaginación hoy .-. prometo mejor rol el próximo post xD}
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Leanne Malfoy

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Nombre Completo : Leanne Marcella Malfoy Greengrass
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Edad : 16
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Ollivanders {varita} : 27 cm de madera de saúco & núcleo de veneno de basilisco mezclado con sangre de unicornio. Muy poderosa, flexible, potencia simples hechizos. Muy buena para Encantamientos.
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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 31, 2011 6:31 pm

Se sentó con simpleza en el suelo, mientras yo fruncía el ceño levemente, cruzando los brazos sobre mi pecho, con gesto maternal. Y sin embargo snreía, con la misma sonrisa que él mismo tenía de vez en cuando, esa que denotaba un "que me ha dolido lo que has dicho, pero que te lo paso por ser tú". La misma que regalaba a Edward cada vez que le hacía una broma de mal gusto y nuestro hermano maldecía hasta lo inmaldecible. Y entonces Orion sonreía, porque como bien él decía, a veces Ed se merecía lo que le pasaba. A veces nada más, porque en realidad no era malo, simplemente un incomprendido al que nunca llegaríamos a entender.

-¿No había nada lindo en esa casa? Já, gracias por lo que me toca, guapo-comenté con una mueca burlona. Claro que lo diría en serio, eso no lo dudaba, pero me había dolido en mi orgullo propio, ese que tanto dejaba salir a la luz porque no lo podía evitar. Me mordí con suavidad el labio inferior, cerca de la comisura derecha, y me senté a su lado, apoyando la cabeza en el frío muro de piedra que constituía aquella pared de la sala, cerca del telescopio, al que miraba con cierta ilusión.

-Y que lo digas, tú eras el bufón incluso antes de nacer, creo yo... Necesitábamos un Orion en la Mansión Malfoy, en realidad-dije, dándole en parte la razón, y él se regodearía aún más, como si no lo conociera. Tenía 13 años, pero sabía como él solo hacerse el narcista, saber loq ue en realidad valía y se regodeaba en ello, como todos los de la familia, yo incluida.

-Y a todo esto... ¿Qué hace el señorito Malfoy despierto a estas horas, eh? ¿No podía dormir?-pregunté, mirándole en la oscuridad, con una ceja levantada, con el mismo tono que ponía Sophie, la elfa doméstica de nuestra madre, la más sobreprotectora con todos nosotros.
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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyLun Ene 31, 2011 10:57 pm

-- Bueno... en realidad los jarrones de mamá de la sala eran lindos -- respondí con falso tono pensativo -- hasta que los rompimos con Scor jugando al Quiddicht...recién allí te convertiste en la tercera belleza de la casa, la segunda es el cuadro de Abraxas. -- agregué corriéndome un poco por si se le daba por pegarme.

Sonreí egocéntrico cuando me dijo que era necesario un Orion en la mansión, floreciendo en mí el gen Malfoy. Scorpius era el sobreprotector junto con Draco, Leanne la inteligente y estudiosa...o como le llamaba su mellizo a veces, rata de biblioteca al nivel Granger, para molestarla. Edward, bueno, su hermano era el quejica consentido de sus padres hasta que llegó él. Su madre solía llamarle con apodos muggles que hacían que su padre rodase los ojos, pero sonriera. ¿Sería que tendría razón al apodarme así?.

Tenía miles de recuerdos que justificarían las palabras de Astoria, como el pequeño incendio en la cocina cuando una vez con cinco años ayudaba a cocinar a Sophie. Draco apareció de pronto asustado por el humo, y me vio bañado en salsa; en los segundos que tardó en reaccionar comenzó a carcajearse ante mi carita de niño bueno, aun cuchara en mano y cubierto de comida de pies a cabeza. Una vez que hubo recuperado la compostura frente a la mirada seria de la elfina, me alzó en brazos y me llevó a bañarme. Esa y la vez que derramé poción multijugos en su traje perfectamente arreglado, era la únicas veces que recordaba que a Draco Malfoy no le importara el estado de su ropa.

¿Pero quién hubiera sido Orion Abraxas Malfoy sin sus hermanos mayores?. De Scorpius había aprendido a tomarse todo a la ligera, a ser espóntaneo cuando no había a nadie, o a ser envidiablemente elegante y refinado frente a las personas para impresionar. Sus bromas de mal gusto eran las mas divertidas, pero sobre todo de él había aprendido la lealtad.

De Leanne era la casi perfecta sencillez: la confianza, la sinceridad, bromista, divertida. Hasta se podría decir que de Edward tenía enseñanzas: luchar incansablemente por lo que quisiera y no dar brazo a torcer hasta que no tengas otra opción. Bajo las máscaras de frialdad, elegancia y presunta perfección que rodeaban a sus tres hermanos mayores, y que él con tanto empeño se las arreglaba por quebrantarla, habían personas. Diferentes, pero unidas con un lazo de sangre. Y él no era la excepción.

Pero vamos, ya todos sabían que él no era ni por asomo parecido a sus hermanos; gracias a la espontainedad de sus gestos, palabras y acciones era bien conocido por andar siempre en grupos grandes, haciendo bromas a los profesores o a los Prefectos, siendo la sinceridad la fuerza de la voz en la palabra. No recordaba haber estado triste, o no realmente, pues no creía que contaran las veces que había llorado por algún regaño o porque se hubiera lastimado. No, sino mas bien se recordaba alegre, intentando hacer reír a sus hermanos por mas deprimidos que estuvieran. Un excelente ejemplo de eso era la sincronizada guerra de barro en una tarde de la mansión Malfoy, mientras aun Leanne seguía en viaje. Con apenas siete años y por no querer ver reflejados en los rostros de sus familiares la tristeza y la desesperación, había tomado una buena cantidad de barro y tirado con la poca fuerza que tenía a Scorpius. Claro que en ese momento no sabía que su hermana mayor estaba en realidad secuestrada, pues tanto a Edward como a él le habían dicho que la chica estaba de viaje y asumía los gritos, el llanto y la desesperación a algún retraso inesperado o algo por el estilo.

Esa tarde entonces, los tres hermanos quedaron jugando a la guerra con el barro del patio de la mansión juntado en el pequeño estadio de Quiddicht, cerca de la Mansión. Draco al ver a sus hijos en ese estado casi se desmayó, siendo arrastrado a los cinco segundos por Scorpius y Edward a jugar con ellos. Astoria reía divertida al ver cómo los hijos embarraban a su padres de pies a cabeza mientras lo corrían por todos los terrenos. A la noche, recordaba haber dormido con su hermano mayor, abrazado a él por el simple hecho de que por primera vez en muchas medianoches no lo había escuchado llorar.

Las palabras de Leanne lo devolvieron a la realidad y tuvo que sacudirse la cabeza para volver a estar lúcido. Enarcó una ceja algo asustado porque ese tono le recordaba demasiado a Sophie o a su madre enojada. Suspiró con aire divertido nuevamente:

-- Perdona, estaba acordándome de la guerra de barro que organicé a los siete años -- reí -- Ay, mamá no quiero ir a dormir -- agregué haciendo un tierno puchero como le hacía a Astoria para comprármela.
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Leanne Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyMiér Feb 02, 2011 6:10 pm

Abraxas era el abuelo de nuestro padre, y como tal se parecía un poco a él. Tenía los mismo ojos fríos y el mismo rostro impasible que Draco ponía cuando no le hacía gracia algo. Y sí, a Abraxas no le tuvo que hacer mucha gracia ese retrato porque no solamente salía con aquella cara, sino que se habían esmerado en hacerlo parecer tan importante que hasta el cuadro parecía irreal, como si en verdad hubieran retratado a un personaje mitológico en vez de a un importante miembro de la familia Malfoy. Quizás hubo represalias por tal comparación, pero de todas formas el cuadro estaba ahí, con el de los demás personajes de la familia. Me consolaba al menos saber que yo tendría uno mucho mejor que el suyo. Era más preciosa que aquel tipo huraño y de aspecto temible, dijera lo que dijera Orion.

Le saqué la lengua, entrecerrando los ojos levemente, con expresión de disgusto ante ello. Cabeceé un poco y suspiré.-Que conste que no me voy a conformar-comencé a decir, con cierto enfado que se mostraba por mi tono de voz, lúgubre y algo frío-, me merezco algo mejor que un lugar tras Abraxas-añadí al final, sonriendo esa vez. Nunca lo tendría, después de todo mi hermano tenia su segundo nombre gracias a él.

Sonreí vagamente cuando mencionó la guerra de barro que tantas veces había imaginado, pero que nunca lograría sentir de verdad. Me había perdido demasiadas cosas estando encerrada con aquellos mortífagos cuya identidad aún permanecía oculta para mí, cuyos rostros me eran imposible recordar, y cuyas voces, sin embargo, me perseguían aún en sueños.

Recordaba haber dejado esa mañana en casa a un Edward que lloriqueaba porque él no iba a ir al Ministerio con su padre, a un Scorpius que le importaba poco o nada a esas alturas de su vida, y a un Orion que sonreía ampliamente, intentando molestar a áquel, a Ed. Nunca olvidaría la última vez que los vi antes de partir hacia la oficina de aurores, donde la vida me dio un vuelco de 360 grados en pocos instantes. Porque fueron meses en los que la niña mimada de los Malfoy estaba sola en una celda, echando de menos todo lo que conocía, todo lo que le quedaba por conocer. Y sin emabrgo, un día la sacaron de allí. Y ahí estaban Draco y Astoria, llorando como unos condenados, abrazándome como si sus vidas fueran en ello. Y a Ed, que le dio por darme una suave palmadita en la espalda y se fue, medio sonriendo, contento. Scorpius me miró impsaible durante unos segundos, pero después me abrazó, prometiéndose a sí mismo tal vez que esto jamás ocurriría. Sin embargo, el pequeño Orion me sonrió, sin saber muy bien de donde venía tanta alegría y me dijo, con su vocecilla inocente "Uy, Leah, ¿donde estabas? ¡Te has perdido una gran pelea de barro!". Le revolví el pelo y lo abracé, riendo, mientras intentaba no llorar. Tantas cosas me había perdido. "Un día de estos hacemos otra, eh", dijo con voz risueña, y yo asentí, más feliz que unas castañuelas.

-Aún me la debes-repliqué, con tono divertido, mientras le daba un codazo en el costado, suave, amigablemente. A veces imaginanaba la escena que tantas veces me habían contado: los tres energúmenos Malfoy compitiendo contra su padre junto a la mansión, que hasta Astoria había reído incluso viendo como llevaban sus ropas.

-¿No? ¡Pues muy mal! ¿No sabes que los niñitos tienen que dormir para reponer fuerzas y estar activos al día siguiente?-pregunté, con el mismo totno maternal, riendo y revolviéndole el pelo. -Pero que conste que te dejo despierto si me cuentas algo de lo que estás planeando, porque me imagino que algo estarás pensando-comenté alzando las cejas, curiosas. La mente perversa y práctica de Orion no descansaba nunca. Alguna broma se le habría ocurrido, algo estaría tramando.

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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyJue Feb 03, 2011 9:13 am

-- Pero si no lo tendrás detrás de Abraxas, sino detrás mío -- sonreí con gracia irguiéndome para acompañar corporalmente mis palabras y darle mas importancia a mis palabras. Era muy obvio que sólo bromeaba, pues ya conocía de antemano que a cada miembro de la familia le aguardaba un cuadro en las paredes de la mansión, igual que los tenían todos. Se preguntó de pronto cómo se vería su hermano Edward en su retrato...seguramente arrogante, de mirada de reojo y una señal clara que él importaba mas que todos nosotros juntos, simplemente con una seña de su dedo.

La verdad no recordaba demasiado del viaje de Leah ni a qué se debía tanta alegría de sus padres, como para llorar y abrazarla. Supuse que era algo fuera de incumbencia si no me habían comentado palabra, así que tan solo me había limitado a contarle a mi hermana mayor sobre la famosa guerra de barro en el patio de Malfoy Manor. Escuché la risita divertida de Scorpius a su lado, mientras su padre bufaba con cierta nota de complicismo. Astoria, a quien le importaba poco y nada las apariciencias se echó a reír casi a carcajadas, irradiando únicamente felicidad. Pronto me había contagiado de su risa, sonriendo angelicalmente como solía hacer, dejando mis dientes al descubierto. Me sentí a upa, preguntándome aun porqué estábamos en un lugar tan abandonado por Merlín, cuando solo me bastaron dos segundos para estar fuera de allí y quedarme sin excusas válidas para llevar a cabo mi inquietud. Desvié entonces mis pensamientos, contándole alegremente a mi recién llegada hermana, sobre la guerra de barro; pero por supuesto, la sinceridad de Orion Malfoy pudo más...mucho mas que su vocecilla infantil, y le comentó en voz bajita y cerca del oído a la Ravenclaw que olía muy mal y que necesitaba urgentemente un baño, teniendo como consecuencia las carcajadas de Scorpius quien se hallaba lo suficientemente cerca como para poder escucharme, y de los dos adultos que enarcaron ambas cejas, cuestionando sobre el cambio de actitud de su hijo mayor.

Fueron recién unos años después, durante su primer año en Hogwarts que se enteró realmente de los hechos que lo habían llevado a esa casa abandonada: su hermana no estaba de viaje, había estado secuestrada por mortífagos. Su mundo se derrumbó, la mandíbula cayó por fuerza de gravedad hasta prácticamente el suelo, dejándo el cuerpo inmóvil. Los recuerdos le surgieron enseguida: era una casa abandonada oscura, sumamente húmeda y vieja. Las maderas de las ventanas impedían todo acceso a la luz slar del exterior, al igual que los hechizos protectores de las puertas, toda posible salida. Los pisos eran de madera ya tan humedecida, que por partes se quebrantaba con tan solo tocarla. En el cuarto principal, una larga mesa bien lustrada desencajaba completamente con el resto... la mente del Orion de siete años no había notado que la puerta detrás de la mesa, del lado contrario a donde él se hallaba estaba abierta y de ahí provenía un fuerte olor a putrefacción, pues su madre le había prohíbido pasar de la sala, en donde estaba el resto de la familia impacientes. Valientemente se había adelantado junto a un histérico Draco Malfoy para decir que se les había terminado sus dulces. ¿Para qué describir la cara de su padre?.

Se estremeció frente a semejante oleada de recuerdos. Por supuesto jamás había dicho palabra alguna, dejándole que creciera con la idea de un viaje complicado de Leanne hacia Alemania en donde había habido un par de pequeños problemas con muggles. ¿Y qué le había dicho a su querida hermana una vez que ésta le hubo levantado?. Lo mal que olía.

Se echó a reír divertido.

--
Bueno, eso es discutible hermana... -- reclamó sin dejar sus aires de importancia -- según he experimentado por mí mismo, lo único que necesita Orion Abraxas Malfoy Greengrass para reponer energías es que surga algo que le interese. -- reí aunque enseguida ésta se esfumó casi tan rápido como había llegado -- no estaba tramando nada...no sé porqué todos piensan mal de mí -- sonrió para fundamentarse -- pero no, no estaba tramando nada... sólo recordaba cómo, cuando recién regresastes de ese viaje largo a Alemania, mis palabras de bienvenida variaron de algo de una guerra de barro, a qué tan mal olías -- rió divertido --
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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyJue Feb 03, 2011 6:27 pm

-Ah, si es de esa manera, me gusta, me gusta-contesté, dándole énfasis con un movimiento afirmativa de la cabeza, mientras sonreía complacida, igual que aquellas damas de la Roma clásica que acompañaban a sus esposos a los anfiteatros, en busca de la diversión de ver como dos hombres luchaban hasta la muerte. Sí, esa misma sonrisa de triunfo que ellas ponían cuando se le dejaba elegir el gladiador. Y si éste ganaba, la sonrisa era aún mayor. Sencillamente, me faltaba la toga y poco más para parecerme a ellas, dándole tanta importancia a un mísero retrato colgado de una pared que a saber cuántos años tenía. Tan vanales, tan egocéntricas. Lo peor es que tampoco esa sensación de triuenfo me disgustaba. No era tan buena persona, debía asumirlo ya.

Reí con cierto desdén cuando mencionó lo del viaje a Alemania. Sí, menuda coartada se habían inventado mis padres para no mencionarle a Orion lo que de verdad ocurría. Me había dolido pensarlo, pero sencillamente Scorpius y Edward habían sido más listos y no se habían tragado lo de aquel viaje. Sus intuiciones fueron buenas y les llevaron a enterarse de la verdadera situación, cosa que me contaría mi madre años después, cuando hablar de mi secuestro no hacía que mi padre se pusiera más blanco que el papel, ni que Astoria volviera a llorar de la impotencia. Y eso si no contábamos que yo me había tirado meses enteros sin poder dormir bien, y que actualmente, tras más de seis años, yo seguía soñanado y recordando aquello, que parecía más vívido ahora que en aquellos días.

Intentaba no visualizar en mi cabeza el lugar donde me habían dejado tirada a mi suerte. Es más, me sorprendía a mí misma haber olvidado muchos de los detalles de aquella casa abandonada. Pero als palabras de Orion me hicieron volver hacia atrás y me vi de nuevo de pie, junto a él, cuando con ingeniudad me dijo entre susurros que olía mal, que necesitaba un baño urgentemente. Y la risa de Scorpius, que acompañó aquel dulce y sincero comentario, y que nio hizo más que se dibujara una tremenda sonrisa en mi cara, contradictoriamente. Al principio estuve unr ato dándole vueltas al sunto, pensando cómo Orion había dicho algo que si fuera otro se lo hubiera tomado como un ocmentario cruel e hiriente. Después me enteré de que no sabía nada, y en realidad lo agradecí de veras. Había sido lo mejor, sin duda alguna.

-Ya... Reí por no llorar, que conste-comenté, sonriendo. Me había quedado impactada durante milésimas de segundo, pero lso rsotros ahora felices de mi familia me habían dado pie a no ponerme a llorar en aquel momento. Había aprendido una gran lección ese día, y fue de las pocas veces que me dejé llevar por mis sentimientos frente a ellos. No, ya no iba a ser débil. Bastante habían sufrido por mi culpa.

Cabeceé un poco, con gesto travieso.-Sabes bien que no me creo que hayas dejado de tramar algo... Orion, venga ya, que te conozco mejor que nadie-afirmé, riendo por lo bajo. Los engranajes que habitaban en nuestars cabezas no dejaban nunca de funcinar. Lo teía más que comprobado. Era algo que nos unía a los cuatro hijos Malfoy: nunca dejábamos de pensar. Ni para bien, ni apra mal, la mente no se nos quedaba en blanco. Y el resultado de eso era que las mejores bromas de los últimos tiempos del colegio, las mejores trastadas y desastres también, corrían a cargo casi siempre de alguno de los cuatro. Y a mí menos aml que no me pillaban a menudo, por no decir nunca, aunque Ed, Orion y Scorpius eran ma´s dados a hacerles visitas a la directora. No se podía negar que nos habíamos ganado una reputación de lujo a lo largo de los años. Por eso me extrañaba tanto que no estuviera planeando nada. Imposible.
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Orion A. Malfoy

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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyVie Feb 04, 2011 1:22 am

-- Conque crees conocerme, Leanne Marcella... qué ingenúa eres -- le respondí poniéndome serio acompañando mis palabras con un tono frío y cruel, que jamás solía usar salvo para hacer que Scorpius se pusiera pálido, lo cual le causaba mucha gracia. A su hermano nada le provocaba real pavor como los temas relacionados a su familia: la vez que Leanne estuvo secuestrada, cuando yo me escondí en las gradas de Quiddicht de Malfoy Manor jugando a las escondidas y habían tardado cerca de una hora en encontrarme, o alguna situación por el estilo.

Sin duda, claro está, la situación en la que vivía la familia en esos tiempos, causaban en mas de uno miedo, impotencia y llanto. Yo tan solo tenía siete años como para comprender algo de lo que estaba ocurriendo, dedicándome a hacer reír a mis familiares para aliviarles la tensión, ganándome a cambio gritos de un histérico Draco Malfoy, o las miradas asesinas reales de Scorpius que me hacían llorar y encerrarme en el cuarto en donde dormíamos ahora los tres hermanos que quédabamos. Se trataba de la segunda habitación mas grande la mansión, ocupada por tres camas y varios roperos, al igual que dos escritorios y una mesita mucho mas pequeña para mí, que me servía para dibujar o leer. En todo momento en el cuarto habían dos Aurors que nuestro padre había designado para que nos cuidaran, siendo yo amigo de uno de ellos. Eso me permitía salir y entrar a gusto del lugar acompañado por él, obviamente, cuando mis hermanos dormían...o al menos intentaban hacerlo.

Era de noche, cerca de las doce cuando me desperté sobresaltado por un mal sueño, sentándome en la cama al borde del llanto. Al mirar para las camas de mis hermanos mellizos y de Edward, los descubrí aun despiertos hablando en voz baja. Leanne estaba recientemente bañada abrazada fuertemente a Scorpius mientras él le susurraba algo desesperadamente para que no llorase. Ed miraba a ambos somnoliento, rascándose los ojos como despabilándose, al igual que el Auror, salvo que éste tenía un sueño quizás demasiado pesado como para haberse dado cuenta de algo.

Agudicé el oído, curioso para saber de qué estaban hablando mientras me quedaba quieto para no darles a saber que en realidad me habían despertado. Escuché palabras, para ese momento, incomprensibles para mí, pero que unos años mas tarde comenzarían a tomar sentido:
« -- Tranquila Leanne, ya estás con nosotros de nuevo -- le susurraba Scorpius abrazándola con una media sonrisa tranquilizadora, como las que solían usar conmigo cuando me lastimaba o me retaban.
« -- Pero...no puedo evitarlo -- le respondía una llorosa Leanne, sacudiéndose fuertemente por las lágrimas.
« -- Tienes que poder, Lee... eso ya pasó, ya no estás en esa vieja casa...ni te rodean mortífagos, o cadáveres...
« -- Inferis -- discrepó ella poniéndose mas blanca que el mármol
« -- Inferis -- repitió con un hilo de voz Scorpius -- ¿Quieres que duerma a tu lado?
Pero no hubo respuesta, o al menos no verbal pues la luz de la vela se apagó y me quedé en penumbras con el ceño fruncido. La luna me daba directamente a mi cabello casi platinado, que a través de los años se volverían color oro igual a los de mi madre Astoria, y a mi piel pálida ahora con piel de gallina. El sueño, por supuesto, no volvió a reconciliarse y eso al día siguiente se notó pues por vez primera, Orion Malfoy no estaba riendo, hablando, jugando o comiendo. Hasta Draco se asustó por su hijo, alzándolo en brazos exigiendo mas que preguntando, saber qué me pasaba. Le comenté con voz ahogada por el sueño lo que había escuchado la noche anterior y la misma frase que le había dicho a Leanne hacía segundos atrás. Su padre al oírla se puso pálido, y él le miró sin llegar a comprender nunca el porqué.

-- Vale, Vale... quizás estaba considerando dejarle en el vaso del profesor de Defensas, un poco de Amortentia... creo que está mirando mucho a la profesora de Transformaciones y por ahí, iba a darle un empujoncito así se van y sólo habría que vencer a los Dementores para salir de éste castillo sin tener que dar las mil y un vueltas para que no te encuentren -- tosí para darle gesto dramático a mis palabras que enseguida se esfumaron al verle la cara a su hermana mayor -- ¿Leah?
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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyVie Feb 04, 2011 6:36 pm

El cielo cayó en picado, estrepitosamente y sin ninguna advertencia, sobre mi cabeza, cuando Orion se refirió a mí con aquel tono frío y cruel, claculador, pronunciando mi nombre completo. Si hubiera sido por mí, le hubiera cruzado la cara de un bofetón en aquel mismo instante. No sabía lo que había hecho, aunque mi cara bien lo estaría reflejando. Las facciones se me endurecieron y seguramente la piel estaría empalideciéndose con una rapidez asombrosa. Y por no habalr de la mirada que le estaba echando en ese mismo momento a mi hermano menor. Estaba ahora mismo como una leona cuando atacan a sus crías en mitad de la sabana. al acecho, esperando saltar al cuello del opresor a la mínima distracción, con ganas de sangre. Claro, todo tenía su explicación, una que quizás Orion desconociera por completo.

Las noches eran frías en la Mansión Malfoy, pero aún lo fueron más en aquella casa abandonada. No me trataban como una mendiga, pero todos los allí reunidos disfrutaban con el llanto lastimero de una chiquilla de apenas diez años, que suplicaba y rogaba algo con lo que taparse porque el cuerpo entero se sacudía con la más mínima brisa que alcanzara a notar, que se colaba por debajo de la puerta enmohecida, de aspecto inocente, pero que estaba encantada de mil maneras para impedir que la prisionera se escapara de allí. ¿Pero cómo? Era una niña indefensa, que no valía apra nada. Pero quizás no pensaban lo mismo aquellos desalmados.

Recordaba aquello como si hubiera sido cinco miutos antes. Estaba tirada en el suelo, haciendo dibujos con el dedos encima de la fría piedra, murmurando de vez en cuando el nombre de cada miembro de mi familia. Temía volverme loca, temía olvidarme de todo y de todos. Los quería demasiado, no podía evitarlo. La puerta, como tantas veces anteriormente, se abrió de golpe y dejó entrar un resquicio de luz que me dio en los ojos y los quemó. Hacía demasiado que no veía la luz. Yo sabía que hacía aquel hombre allí, cuando masculló mi nombre entre dientes y me dedicó una sonrisa irónica.

<<Malfoy... Quien los ha visto y los ve ahora>>,comentó, mientras me agarraba del brazo izquierdo y me arrastraba fuera de aquella celda inmunda. La luz había sido una imaginación mía, proque fuera de allí también había oscuridad, mucha. Oía als quejas de los muebles envejecidos por el paso de los años, cuando el viento los hacía estremecer. La casa estaba abierta en mil y un sitios por grietas invisibles, pero que debían de estar seguro allí. Me sentó, en una silla, en medio de la nada oscura, y me ató, como si de un animal se tratara. Y me preguntó, me preguntó cientos de cosas que yo no entendía. Mi respuesta, sin embargo, fue la misma siempre. <<Cuando mi padre venga, pagarás por todo esto>>. Y en una de ellas, una risa estridente me penetró en los oídos y me dijo una frase que nunca olvidaría.<<Leanne Marcella Malfoy, tú no conoces a tu padre... Niña estúpida e ingenua>>. Lo dijo con un tono tan frío que hasta el viento dejó de helar en ese momento. Y luego comenzaron las viejas historias sobre mi padre y los mortífagos. Sobre traición, desconfianza, el Señor Oscuro. No, no conocía a mi padre, me lo habían demostrado con creces.

Poco después, cuando descubrí la maldita carta de White relatándole a mi padre sobre sus hijos, lso cuales hasta eran de mi edad, fui directamente a llorar junto a Scorpius. Me miró impasible, mientras le contaba aquello, y me separó, sorprendidamente, y me escupió de nuevo aquella frase. <<Eres una ingenua, no conoces a papá... Deja de llorar, estúpida>>. Do veces, ninguna más iba a escuchar aquello. Y más con aquel tono.

Me levanté de repente, sin mediar palabra a Orion. Como se me fuera la cabeza lo mataba. Y me habló, más bien preguntó mi nombre al viento. Seguramente había visto mi cara, seguramente se había dado cuenta de que no había prestado atención en ninguna de sus palabras, porque me estaba concentrando en no despedazarle.

-Ni se te ocurra decirme eso en lo que te queda de vida-repliqué, con voz dolida pero seria, profunda, con cara más bien de pocos amigos. Me alejé de él y volí al telescopio, por no darme la vuelta y darle el bofetón prometido. Me estaba intentando controlar.
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Orion A. Malfoy

Orion A. Malfoy


Nombre Completo : Orion Abraxas Malfoy Greengrass
Apodo(s): : ¿Orion no te parece un nombre algo corto? xD
Raza : Human@
Edad : 13
Estatus de Sangre : Sangre Pura
Ollivanders {varita} : 31 cm de madera de cerezo y núcleo de cabello de unicornio
Orientación Sexual : Heterosexual
Estado Civil : Soltero
Grupo : Soy neutral .-.
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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptySáb Feb 05, 2011 1:56 am

Eran justamente por esas reacciones de mis hermanos que a veces detestaba ser el más chico de los cuatro. Era mas que obvio que ellos estaban al tanto de cosas de las cuales yo ignoraba completamente, debido a mi corta edad. Por eso mismo la confusión en mi rostro cuando ella se levantó y me habó con la misma voz que yo en broma hacía unos segundos.

No negaré que un escalofrío recorrió mi cuerpo; bajé la mirada, acto automático cuando me sentía regañado o triste por algo, agradeciendo internamente que ella se hubo dado la vuelta y diriga la mirada hacia los telescopios. Siempre había sido el bromista de la familia, pero jamás lo habían hecho sentir tan mal.

Aprovechando la distracción de su hermana, se levantó lentamente y con movimientos silenciosos. Conocía a la perfección, por varias decenas de experiencias, que cuando Leanne se enojaba era mejor correr del lugar, así que eso pretendía hacer. Sin embargo, el destino le jugó una broma pesada, quizás devolviéndole en una sola, todas las jugarretas que él había hecho a lo largo de su vida, quedando su túnica enganchada en uno de los telescopios cercanos. Bufó intentando arrarcarlo, para salir de aquél lugar lo mas rápido posible pero el destino no iba a dejarlo escaparse tan fácilmente.

Un mal movimiento le bastó para ser arrastrado por el mismo aparato, hacia el borde de la baranda de la Torre de Astronomía, que para su mala suerte, ya le quedaba demasiada baja, golpéndole fuertemente el lado derecho de su cadera. Con un leve "Ay" volvió a intentar zafarse y correr. Si hubiera visto que hoy la luna le miraba burlón desde el oscuro cielo, no habría intentado hacerlo... resignándose a escuchar los gritos de su hermana mayor y las bofetadas que quisiera darle. Pero un paso llevó a otro, y así Orion Malfoy quedó incomprensiblemente colgando de la misma baranda de la torre.

El telescopio le pesada aun agarrado fuertemente a su túnica por la pierna, y él no poseía la fuerza del todo para seguir ssoteniéndose por mucho tiempo a pesar de todos los entrenamientos de Quiddicht que había hecho a lo largo de sus trece años. La varita estaba lejos de su alcance, en donde hacía tan solo diez segundos había estado con Leanne sentado, recordando hechos pasados. ¿A dónde se había ido?.

Le bastó un simple pensamiento para que su autoestima y su fuerza de voluntad cayeran más rápido que lo que caía un jugador golpeado por una Blugder: se había ido y lo detestaba. Recordaba perfectamente el rostro de ella mirándole entre dolida y furiosa, en medio de la oscuridad. ¿Sería que en realidad se merecía lo que estaba pasando?.

Siempre el menor de los hermanos Malfoy se caracterizó por ser el bromista, charlatán y sonriente de la familia. Y en Hogwarts tenía la fama de ser el alumno mas odiado por Filch y los profesores por sus bromas. Suspiró, ¿podría seguir siendo él mismo si a Leanne eso le molestaba?.

De pronto el telescopio pesó mas, y su sudorosa mano izquierda se desprendió por fin de la barra de hierro que le sostenía, dejándole enojada todo el peso a su mano derecha. Apretó los dientes, uniendo fuerzas pero no lo logró. La pena le ganó por jaque mate a las fuerzas que pretendía reunir, viendo con pánico cómo la mano que le daba, iba resbalando lentamente llevándolo a él para arrastrarlo hasta la oscuridad de la noche.

Cerró los ojos con fuerzas mientras se sentía caer mas rápidamente por el peso extra que llevaba. No quería escuchar el silbido del viento en sus oídos al atravesarlo como un cuchillo, ni las burlas silenciosas de la luna pero fácilmente detectables por el brillo especial que esa noche tenía.

Apenas sintió el golpe seco que hizo al chocar contra el frío suelo. Nisiquiera sintió dolor, ni miedo, nisiquiera su propia voz llamando débilmente a su hermana menor, casi en un suspiro antes de que la oscuridad le rodeara por completo.
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Leanne Malfoy

Leanne Malfoy


Nombre Completo : Leanne Marcella Malfoy Greengrass
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Estatus de Sangre : Sangre Pura
Ollivanders {varita} : 27 cm de madera de saúco & núcleo de veneno de basilisco mezclado con sangre de unicornio. Muy poderosa, flexible, potencia simples hechizos. Muy buena para Encantamientos.
Orientación Sexual : Heterosexual
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MensajeTema: Re: Reflexiones nocturnas    Reflexiones nocturnas  EmptyDom Feb 06, 2011 6:56 pm

Apreté los dientes, con furia, mientras jugueteaba con el telescopio, dándole golpes agresivos. Al final cabaría rompiéndolo y todo. Nunca sabrían que había sido, puesto que la Astronomía no era una de las asignaturas más queridas en esta escuela y la gente de vez en cuando solía estropear los telescopios. Sin emabrgo, había hechizos que valían para encontrar el causante del estropicio. Pero no me encontraían llegado el caso, sabía bien qué ehchizo utilizar para remendar el desastre si por algún casual se rompía. Y mejor que fuera aquello a la preciosa cara de Orion, la cual no tenía intención de lastimar, en cualquier caso.

Suspiré. Había sido dura con Orion, tanto que al parecer mi hermano me había vetado hasta la palabra. ¿Se habría ido? En aquel lugar solamente se escuchaban de vez en cuando el ulular de alguna lechuza, y el quejumbrar pesado de los árboles del Bosque Prohibido, así como sonidos de difícil clasificación, porque Hogwarts tenía esa incertidumbre que le rodeaba, esa maraña de árboles que ocultaban mil y una cosas de las que pocos podían adivinar qué había allí. Cabeceé. Si se había ido, ni siquiera se había molestado en decir algo, ni siquiera lo había oído. Y no sabía si eso me molestaba más que aquella frase. Odiaba, entre tantas cosas, ser así con Orion, especialmente. Com Scorpius podía enfadarme y desenfadarme más rápido que un abrir y cerrar de ojos, y con Edward si me enfadaba, no había vuelta de hoja. Y Orion siempre era el distinto a todos, al que tenía que proteger por encima de mi propia vida, si era necesario. Con el que no me gustaba estar peleada nunca, con el que me iría hasta el fin del mundo con tal de escuchar su risa que comenzaba a tener tintes varoniles.

Recordaba el día que Orion se quedó estupefacto al darse cuenta de que Scorpius había cambiado la voz de niño a una profunda, masculina. El cuerpo de Scor había querido que lo hiciera muy pronto, quizás tenía 13 o 14 años, por lo que Orion contaba con apenas diez. Yo reí durante una semana porque me acordaba la cara de inocente que tenía entonces el menor de mis hermanos. Nunca lo había visto tan absorto como aquellos días, en los que invitaba a Scorpius a decir frases larguísimas y complicadas para, al final, reírse con él, y decir, con su vocecillas angelical "Merlín, Scorpius, parece que te has tragado un troll". Entonces éste corría detrás de él, clamando venganza a los cuatro vientos, y todos reíamos. Y Scorpius,s in embargo, no podía enfadarse con él, como yo tampoco podía hacerlo en esos momentos.

Me giré, suspirando. -Orion...-comencé a decir. Tenía que disculparme con él. No era su culpa, simplemente era mía por omitir detalles que quizás eran de importancia, aunque yo no lo creyera de esa forma. Estaba todo en silencio, pero de repente vino una ráfaga de viento que hizo que el pelo me revoloteara por encima de la cabeza y que tuviera que darme la vuelta otra vez. Fue entonces cuando vi una sombra, proyectada en la pared gracias a la luz lunar, acercarse hacia la barandilla. Cerré los ojos porque me molestaba el aire, de nuevo. Y entonces lo escuché.

Ruido de un telescopio, y entonces un leve "ay". Tragué saliva y me volví a voltear, luchando contra el aire que venía. Una mala sensación cruzó mi pecho cuando, de repente, no via andie allí. El corazón me dio un vuelco, y no era una buena intuición, que digamos. Mis pasos me guiaron casi por aquel mismo don intuitivo hacia donde había visto la sombra.-¿Orion?-pregunté, pero nada contestó. Entonces lo oí y me asomé por la barandilla, para ver el peor espectáculo que podía presenciar.

Orion caía a velocidad del rayo para estrellarse conta el frío suelo.

-¡¡ORION!!-exclamé en la fría noche, asustada, mientras el pulso se me aceleraba a velocidad de escándalo. Me daba igual que me oyeran, se despertaran y me castigaran. Sí, es lo que debían hacer, levantarse y salvar a mi hermano. Agarré mi varita, temblorosa. Demasiado lejos, demasiado rápido. Murmuré un hechizo para que se acolchara el suelo, pero su cuerpo, inerte, había caído ya sobre este. La sangre se me heló por completo. ¿Había conseguido o no frenarle?

Alli abajo, en una de las terrazas de Hogwarts, a unos 20 metros, se hallaba el cuerpo del pequeño de los Malfoy. Grité desesperada su nombre, de todas las formas posibles, llorando como una endemoniada y echando a correr de la torre, escaleras abajo. Hubiera sido más fácil llamar a mi escoba, pero no atinaba en esos momentos. Corrí lo más que pude, cayendo un par de veces en el intento de ir más deprisa. Eran más de dos pisos, sin contar la torre. El pánico me envolvió por completo. Y si... Y si estaba mal. Mal, no muerto . Orion no podía estar muerto.

-¡¡ORION!!-volví a gritar, desesperada. cuando por fin encontré donde estaba mi hermano. Hogwarts empezaba adespertarse, ya oía voces, seguramente de los cuadros y de los fantasmas. La luna, fuera, se burlaba de la situación, mientras que la cosntelación de Orion parecía apagarse. Como mi hermano, que parecía dormitar, con los ojos cerrados, pero con un hilillo de sangre que encharcaba sus oídos, su cabeza. Me avanlancé sobre su cuerpo y lo abracé contra mí pecho, histérica, ansiosa. Parecía tener aún pulso. Tan solo lo parecía.
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